viernes, 29 de junio de 2018

APRENDIENDO...

Acostumbro a hacer entradas en tono de humor (a veces en plan terapéutico, lo reconozco) pero hoy me permito la licencia de, si surge, ponerme más sentimentaloide y hablar más de experiencia interior que exterior. El que avisa no es traidor.

Estoy aprendiendo mucho y, creedme, de lo que menos estoy aprendiendo es japonés. Tenía la idea, y aún la tengo, de formarme mucho a nivel educativo para seguir renovándome como maestra y poder darle lo mejor a mis alumnos al volver al cole. También soñaba con convertirme en una supermadre sin capa que, libre de toda carga laboral, me volcara en mis hijos y, en lugar de vivir a contrarreloj acabando a gritos la mitad de las veces, me uniera a la tan de moda "slow life" y mi carácter se transformara en una especie de bombón recubierto de lechecondensada y miel, pecando más de empalagoso que de arisco e irascible. Pero ya dijo Calderón de la Barca que "los sueños, sueños son", así que mi realidad está siendo bastante diferente y yo sigo siendo yo, en España y en Japón. Pero eso no quita que, aunque no de la forma que yo esperaba, la vida me está educando, formando y haciéndome madurar. Estos son los temas que he estudiado este trimestre:
  • Teoría de la relatividad: Y es que ¡qué relativo es todo! Especialmente el tiempo. Creo que la mejor forma de expresarlo es con el binomio sólo/ya: "Sólo llevamos 3 meses aquí."/"Ya llevamos 3 meses aquí." Por una parte parece que llegamos ayer y por otra diría que han pasado años. Pero bueno, esa misma experiencia del sólo y el ya la había vivido con anterioridad, lo novedoso de esta lección ha sido respecto a mi relación con las personas que están lejos. He aprendido que 3 meses son suficientes para hacer balance de amistades y prioridades, saber quién está y quién no. Quién se acostumbra con facilidad a tu ausencia y a quién le importas de verdad. No lo voy a negar: es doloroso y mucho además. Existen mil justificaciones posibles a los silencios, todas válidas e intento pensar que lo que para mí ha sido un tiempo largo, para otros ha pasado en un suspiro. Además, normalmente no es la frecuencia o la cantidad de palabras lo que importa o marca la diferencia, es una actitud que se deja entrever y que va más allá. Esta materia me la he dejado para la 2ª convocatoria, el feedback de la vuelta en vacaciones me hace falta para completar conceptos y comprenderlo de una forma más significativa. 
  • Neurociencia afectiva: Sólo diré que qué complicado es vivir en la distancia las alegrías y las penas de la gente que quieres, sin poder dar un abrazo, secar las lágrimas (de emoción o de tristeza) o simplemente estando. Qué doloroso es especialmente no poder acompañar en los momentos de sufrimiento, de pérdidas de seres queridos, de dudas y miedos o, como vivo con intensidad en este preciso momento, de injusticias laborales... Aún no tengo los resultados, pero parece que me van a convalidar las prácticas.
  • Psicopatología de la emoción: La intensidad de una emoción no es proporcional a la importancia de la misma. Es la primera vez en mi vida que estoy fuera de España más de ¿15 días? Casi siempre me ha angustiado alejarme de mi casa y, por emocionante que fuera la experiencia, algo dentro de mí tendía a la vuelta "la normalidad". Es cierto que aquí desde el primer momento noté que estas cuatro paredes eran mi hogar, no me he sentido como una extraña en casa ajena, pero mis emociones han viajado en montaña rusa estos meses (aún de vez en cuando se hacen una escapadita por los loopings...) y me costaba mucho entender por qué si, objetivamente, todo estaba bien -mis hijos se habían adaptado estupendamente, iban felices al colegio, tenemos una casa preciosa, después de 2 meses y medio hemos conseguido que las niñas entren en la guardería ...- yo no podía estar contenta o al menos tendía al desánimo con frecuencia. Y es que hay un contenido transversal a todas las asignaturas que tengo suspendido de momento con muy mala nota: "Fundamentos del pensamiento autoinmune" también conocido como: "Dejar de comerte el tarro y no morir en el intento".  Gracias a algunos sencillos seminarios impartidos por sabios maestros, he podido aprender máximas como: "Perdónate", "Permítete equivocarte" o "Date tiempo". Me falta acabar de hacer el salto de la teoría a la práctica.
  • Análisis y evaluación de pérdidas y ganancias: Y es que he experimentado en muchas ocasiones aquello de "no valoras algo hasta que lo pierdes" y no me refiero sólo a la sobrasada, al Nesquick y a la fregona, si no a los bienes no materiales. Algunas cosas las he valorado por echarlas en falta, como por ejemplo la incondicional ayuda de mi madre, mi suegra, mis hermanas de sangre y políticas y otras por vivir experiencias que no hubiéramos tenido de no estar aquí, como es el hecho de recibir cartas ¡por correo ordinario! Para mis hijos (qué narices, ¡y para mí también!) está siendo una vivencia preciosa. Cada vez que entran y salen por la puerta miran el buzón y el día que hay carta es una fiesta. Poder vivir en una casa con jardín, en contacto con la naturaleza (y todo tipo de bichos vivientes que tanto fascinan a los enanos), con poco ruido de coches y mucho de chicharras, moverme en bicicleta... ¡hay tantas cosas que agradecer y disfrutar! Tengo mucha nostalgia del cole, no pensaba que lo fuera a vivir de forma tan intensa y, aunque ahora lo completaré con mi reflexión de la última asignatura, no sólo me pasa por ser mi trabajo, echar de menos a mis niños y a mis compis, sino por muchos pequeños detalles que implican a mis hijos y que no he valorado al 100% mientras los he vivido. En otra ocasión haré una entrada un poco más exclusiva de mi experiencia del cole japonés, de momento sólo diré que, aunque tiene muchas cosas positivas, me quedo con el español.
  • Psicología social aplicada:  De contenido eminentemente práctico y un tema estrella: "Empatía". Creo que esta asignatura es la que más me ha hecho cambiar interiormente: nunca volveré a mirar y tratar a una familia extranjera de la misma manera. Siempre he intentado ser delicada y facilitar las cosas, pero me he dado cuenta de que debo esforzarme aún más. Me estoy acostumbrando a que los niños por la calle o en la guarde de las niñas se me queden mirando sin ningún disimulo, pero eso sólo me hace ser consciente de lo diferente que soy para ellos y hasta me resulta gracioso. Aquí hay muy pocos extranjeros y siempre me ocurre que, al cruzarme con alguno por la calle, ambos mantenemos la mirada y en silencio nos decimos: "¡Yeee! ¡Tú no eres de aquí, estamos en el mismo equipo!". Es curioso, agradable y más anecdótico que otra cosa, pero lo que me ha marcado de verdad es vivir en propias carnes el desasosiego y la impotencia que supone no entender absolutamente nada, por mucho empeño que le pongas, y no hablo sólo del idioma, también de la cultura. Es un bloqueo angustioso. Y cuento un ejemplo de esta misma semana para intentar transmitir eso que está haciendo que nazca en mí una sensibilidad especial: Anteayer era el Jugyo Sankan en la escuela de Primaria de mis dos mayores. Se hace varias veces a lo largo del curso y consiste en que los padres estamos invitados a ver cómo se desarrolla una clase en el aula de nuestros hijos (sí, es tan aburrido como suena: te plantas de pie al final de la sala a estar de espectador de una clase magistral. Si a eso le unes que no pillas ni media, la diversión está asegurada). La cuestión es que llego -sola, porque mi marido trabajaba, y unos 20 minutos tarde porque tenía que llevar a las niñas a la guardería- y me encuentro que, mientras todos están decorando un trabajo con papeles y abalorios que obviamente han traído de sus casas, mi hijo está sentado delante de su manualidad, balanceando los pies y con la mirada perdida en el infinito. En su agenda no ponía que tuviera que llevar material y él tampoco nos había dicho nada. Puede parecer una tontería, pero a mí con esa visión se me cayó el mundo a los pies. Le había hecho una foto de extranjis para mandársela a mi marido pero no tengo el cuerpo para ponerla aquí, porque aún la veo y me duele.  ¿¡Perdona?! ¿Me quieres decir que mi hijo lleva 20 MINUTOS sin hacer nada y, por lo avanzado de los proyectos de sus compañeros, me atrevería a decir que es la segunda sesión que dedicáis a ello y NO HAS TENIDO LA DECENCIA DE ATENDERLO NI OFRECERLE NADA? Mira, es que me acuerdo y me entra una mezcla de rabia y tristeza que no puedo... Lo que me salía como madre era acercarme a mi hijo pero, recordad, estamos en Japón, aquí son muy educados y correctos, así que mi papel como madre era quedarme detrás de él (que ni siquiera se había percatado de mi presencia) y tirarme los 25 minutos que faltaban aguantándome las ganas de llorar, abrazarlo y llevármelo. ¿Y sus compañeros? ¿No tenéis corazón, no sabéis compartir, no os han enseñado a ayudar? De verdad, qué impotencia... De pronto vi que un par de padres se acercaron a las mesas de sus hijos a ayudarles y pensé que, si ellos lo hacían, yo también. Me acerqué a él y le pregunté que cómo es que no nos había dicho nada. Ni qué decir tiene que el niño no lo vivió así. Él, con su carácter feliz y sencillo sólo me decía: "Pues mamá, ve a casa y me traes cosas y así lo hago", pero yo sólo tenía ganas de que llegara la tarde para poder darle el abrazo que me estaba aguantando. Por no hacerme larga, un matrimonio súper bonico que había al lado resulta que él había vivido 3 años en Segovia y chapurreaba español y le dijo a su hija que compartiera. Luego, como iban a seguir durante otra clase, fui a casa y volví para llevarle algo más. La frustración me podía, llorando le decía a mi marido que, si eso era en una clase de artística, donde el idioma no tiene porque suponer una barrera, ¿qué clase de profesora inhumana era esa que no ayuda a sus alumnos ni tiene un poco de tacto con quien tiene una dificultad añadida? Ojo a la respuesta de mi marido (que también se había quedado hecho polvo): "Miriam, esto es Japón, la profesora no puede mostrar preferencia hacia ningún alumno, y menos si están los padres delante." ¿Preferencia? ¿¿Cómo?? Y la justificación de los niños es que aquí son muy cuadriculados. Me vais a perdonar, pero es algo que supera mi entendimiento.
...Y entonces me veo a mí misma, en alguna de las muchas clases que he tenido con extranjeros recién llegados y me siento culpable de no haber sido más atenta, más cercana, más madre con ellos y sólo pienso que cuando vuelva los trataré como quisiera que hubieran tratado a los míos, y a sus padres con la delicadeza que yo no he sentido hacia mí. Porque, definitivamente, estoy dispuesta a esforzarme para sacar matrícula de honor en esta asignatura.

    miércoles, 13 de junio de 2018

    JAPÓN Y LOS NIÑOS


    Antes de venir a Japón pensaba que la mejor aportación de este país a los niños era Doraemon. ¡Nada más lejos de la realidad! Salvo por los desorbitados precios de las Escuelas Infantiles, todo son ventajas (existen las guarderías públicas, a las que se accede con unos requisitos que nosotros no cumplimos, pero son "guarderías-guarderías" vamos, que te guardan a los niños y au, limpiarles los mocos no viene en el precio). 
    Aquí os dejo el top 10 de las curiosidades, ventajas y facilidades que nos ofrece el Imperio del sol naciente a los que estamos criando:
    • 10º: INVENTOS
      Si por algo son famosos los nipones es por ser grandes inventores y no sólo respecto a las nuevas tecnologías. Hay creaciones que parecen de lo más absurdo, como las zapamopas (estoy por patentar el nombre), unas pantuflas que sirven para limpiar el suelo, pero teniendo en cuenta que, como ya os dije, aquí las fregonas no se estilan, creo que le plantas un par a cada churumbel a la orden de: "¡Lema de la RAE modo ON!" y, oye: limpia, fija y da esplendor a saco. Bueno, que me voy por las ramas.  Centrándonos en los inventos dedicados a los más peques, aquí os dejo una muestra de cómo transportar a los enanitos de una forma práctica, especial para padres y maestros: 
    Estos son los carros de la guarde de mis hijas (no hago más que pensar lo bien que le hubieran venido a mi cuñado con los trillizos...)



    Y, aunque no tengo ni idea de si será cómodo o un trastote más, como tantos otros, aquí tenéis la sillita para hombros... Excepto porque el papá se queda con las manos libres para que, en caso de piñazo, pueda utilizarlas para frenar la caída, no sé yo si es muy útil o los fisioterapeutas del lugar van a tener trabajo extra.
    • 9º: QUIEREN QUE VIVAS CON ELLOS. 
      "Si quieres criar niños, esta es tu ciudad". Así reza un cartel en la carretera a la altura de una población cercana a la nuestra. Alucina. No sé, desde luego a mí con esa invitación me entran ganas de mudarme ahí, qué majos. 

    • 8º: DETALLES. 
      ¿Os ha pasado alguna vez aquello de que llega el momento de pagar en caja y los niños te la lían porque ellos querían nosequé que no les has comprado? Pues aquí te los llevarás a casa la mar de contentos en vez de con un berrinche porque en el 90% de los casos, las tiendas tienen un detalle con ellos: un paquetito de galletas o de gusanitos, una moneda para utilizar en las maquinitas que hay en la entrada (sí, sí, esas típicas que dan un juguete metido en un huevo y que no hay niño que no le posea el espíritu consumista cuando las ve) o incluso una participación para un sorteo, pero no como en España de "participe usted hoy y ya en tres o cuatro meses le decimos si ha ganado". No, no, aquí te vas ipso facto a la planta de abajo, haces una cola de 5 minutos y en el momento sabes si tienes premio o no. Eficacia japonesa.

    • 7º: AIRE MÁS SANO. 
      Aire puro para los no fumadores. Ya comenté que prácticamente no se fuma en público, salvo en las entradas de algunas tiendas, pero es que además, casi todos de los pocos que he visto fumando, tienen una especie de cajetilla y el cigarro va dentro y no sale el humo. Curioso curioso y súper positivo para los chiquitines.

    • 6º: PRACTICIDAD.  
      En los restaurantes el agua es gratis siempre, así que es un ahorro cuando vas con niños (y con no tan niños, como yo, que sólo nos hidratamos con H2O). Hay muchas tiendas tipo ultramarinos (konbinis) que son súper prácticas porque, además de abrir 24h, vienen genial  cuando estás fuera de casa, te lías te lías, y se hace la hora de comer sin estar previsto, porque tienen opciones de comida sencilla, nutritiva y de poco engorrinamiento, que es lo que buscamos los padres en estas situaciones. Son muy típicos los umusubis (triángulos de arroz rellenos, envueltos en un alga), los "american dogs" (que digo yo que en realidad vendrán de América), que es como un salchipán clavado en una brocheta, y, padres y madres del mundo: ¡sandwiches sellados! Nada de todo el relleno por los suelos o de comérselo primero  y dejarse el pan.

    Por contra, todo es individual, no existen los packs ahorro, ¡horror! Triki jamás se mudaría aquí a vivir: la caja más grande de galletas que he encontrado tiene 18 unidades... La leche tiene que estar refrigerada (por lo que no puedes comprar para muchos días) y los alimentos frescos duran menos que Màxim Huerta de Ministro. ¡Jolín, alimentos japoneses, qué delicaditos sois, eh! En resumen, dos o tres paseillos al súper a la semana asegurados (y no de los de "me bajo a Mercadona que me he olvidado el tomate"). Bueno, hay una evidente excepción: El arroz, por supuesto, en paquetes de 10kg, faltaría más:




    • 5º: PORTEO.
      Me llama muchísimo la atención que todas las madres portean a sus bebés y se vive con una naturalidad impresionante. Hace 9 años que me estrené en el fascinante mundo de la maternidad y con el mayor me regalaron un fular para llevar al bebé. La gente me miraba por la calle, (vale, admito que el hecho de que la tela fuera verde pistacho ayudaba), dudaban de si el niño se iba a ahogar ahí dentro, opinaban que seguro que me daba mucho calor y un largo etc. Es verdad que con los años parece que "se ha puesto de moda" el porteo y, además de haber más información, hay muchas más opciones que antes -que a parte de la típica, incómoda y nada ergonómica mochila, poco había- pero lo que vengo a decir es que aquí no se trata de "tendencias" o estilos de crianza, se considera que esa es la manera y punto. Siempre se ha porteado y si va bien y es beneficioso para el niño, ¿por qué cambiar? También os diré que la gente no va mirando y señalando los escasos carritos con capazo que he visto por la calle y esa es la diferencia principal que veo con España, no te "etiquetan" dentro de un determinado "tipo de madre" según transportes a los pitufines, o de si eres de amamantar o dar biberón. De un tiempo a esta parte es cierto que in Spain han puesto muchas facilidades para la lactancia, pero aquí es otro nivel, no es sólo práctico, además lo hacen mono. Como una imagen vale más que mil palabras, me ahorro dos mil. (Por cierto, a colación a lo que comentaba de las "etiquetas", os dejo un enlace a un video que refleja muy bien la realidad con un tono de humor, como me gusta a mí. En este la calidad es peor, pero es el que había con subtítulos). Faltaría la foto a los sillones de lactancia pero me parecía indiscreto y ya me sentía muy mamarazzi.


    • 4º: LOS NIÑOS NO SON UNA MOLESTIA.
      En España, tener niños normalmente te dificulta o impide hacer actividades cotidianas fuera del hogar y para algunos es misión imposible encontrar la manera de dejarlos para hacer un trámite, comprar o formarse. El avance más grande fueron las salas de juego con monitoras que hay en Ikea o Carrefour, pero aquí lo normal es que den por hecho que las madres van con los niños e intentan facilitarlo a tope. A parte de salas de juego, hay montones de parquecillos dentro de los centros comerciales, como el que se ve en la foto de arriba (que no son las  típicas maquinitas esas de déjate la pasta para que el niño se suba al elefante y le balanceemos un minutito), en el ayuntamiento hay guardería gratis mientras haces papeleos y si apareces en clase de japonés con tus hijos a cuestas, nadie te mira mal. Es lo normal: eres madre/padre, tienes hijos, pues ya está, adelante. Aunque no puedo dejar de contar una cosa que me dejó de piedra: Estábamos visitando el castillo de Odawara y a la hora de comer, hambrientos, no encontrábamos nada porque estaba todo lleno. Al final, vimos un restaurante con mesas libres que además nos llamó la atención porque tenía este cartel en la puerta:
    ¡Qué curioso! Un restaurante que acepta perros... y pa'dentro que nos fuimos. Cuál fue nuestra sorpresa cuando el camarero nos para en la puerta y nos dice que no podemos entrar, que lo siente pero que los niños no están permitidos😲. ¿¿Perdona?? Cero explicaciones. Con el hambre que tenía, a punto estuve de decirle: "Oiga, si hago que los niños ladren, ¿aceptamos barco?" En fin, que me fui de una mala llet, que pa' qué. (Por si había dudas, acabamos comiendo en un konbini).
    • 3º: TRANSPORTE
      En el top three no podía estar otra que la archiconocida bicicleta eléctrica con dos sillitas: práctica, cómoda, útil, rápida... Un chollazo. Y todas las facilidades de aparcamiento, incluso los hay subterráneos específicos para bicis, gratuitos además. Aunque ahora con el tsuyu la cogemos algo menos, si sólo chispea, capota de lluvia y arreglao. ¡Un lujo!


    • 2º: AUTONOMÍA
      Ya lo he nombrado varias veces: la escuela en Japón les está dando a mis hijos la oportunidad de crecer en autonomía e independencia: ir y volver solos al colegio,  servir su propia comida, ser partícipes de la limpieza y el orden de la escuela... Y hoy, casi tres meses después de llegar, he visto el primer fruto real (ya veremos lo que les dura) que no he conseguido en España en 6 años que llevo intentándolo: Sin decírselo, sus camas estaban hechas y no había ningún calzoncillo ni calcetín en el suelo de su habitación ¡Aleluya! (me da que su padre ha tenido algo que ver en que "se les ocurra" pero bueno, al fin y al cabo él también se crio aquí, así que podemos decir que igualmente es resultado de la educación japonesa 😉). 
    • 1º: Y en el número unooooo: ¡LOOOS BAÑOOOS!
      Sí señor, ¡esto es vida! Los hay en tamaño liliputiense para que los niños desde bien pequeños se apañen solos, lleguen a la pila ¡incluso con minisecamanos!, además con una estética que enamora. Los hay con "colocaniños" para que los adultos puedan hacer sus necesidades sin llevar a infante en brazos, y también los que podríamos llamar "familiares", con baño normal e infantil en una misma estancia, cambiador e incluso con camilla, un puntazo para cuando has de atender a personas mayores (ni qué decir tiene que están impolutos). 

    Increíble, impresionante, maravitupendástico. Pasen y vean:






    jueves, 7 de junio de 2018

    LAS CUCARACHAS SE MATAN SIEMPRE

    Las cucarachas se matan. Siempre. No hay excepción que valga.

    Soy una gran defensora de los animales y aunque los bichos en general no me hacen gracia, los acepto como parte de la belleza de la naturaleza (las lombrices, las arañas y todos sus amigos, me parecen feos de narices, pero no deja de fascinarme su movimiento, sus patas...). A mis hijos, de hecho, siempre les digo que no maten a los bichitos, especialmente cuando estamos en el campo, porque somos nosotros los que estamos "en su casa". No voy a negar que si hay una procesión de hormigas en la cocina, hecho el flizz para que no sigan con la búsqueda de pedacitos de pan, o si un mosquito me da morcilla por la noche, pues le regalo un final muy teatral "con un aplauso" como dice mi primogénito, pero si es de día lo mismo le dejo volar libremente por ahí o si entra una avispa o una abeja, muy amablemente le invito a salir de mi casa como pastor que conduce a su rebaño. Pero las cucarachas, ¡aaay, las cucarachas! Son feas y rápidas las hijas de su madre, además no tienen respeto por nada ni por nadie. Aparecen y desaparecen cual ninja en la oscuridad y lo mismo te suben por el camal del pantalón que cuelgan de una lámpara... 

    Todo esto viene porque he encontrado una asquerosa de esas en una olla recién fregada en el banco de mi cocina, (¡¿qué se te ha perdido ahí, cucaracha de m****a?!,¡¿Por qué vienes a perturbar la paz de mi hogar?!) y va mi marido, coge la olla y sale al jardín, dispuesto a liberarla. ¡Yeeee! ¿Qué haaaces? ¿¿Tamos locos o qué?? ¡¿No irás a soltar al bichajo ese ahí fuera?! Are you kidding me?? Que no estamos hablando de osos panda, ¡que las cucarachas pueden subsistir una semana sin comer y un mes sin cabeza!, ¡que son los únicos seres vivos que resistirían en caso de guerra nuclear!, ¡que si no hay macho, las hembras se apañan solitas y pueden tener hasta 600 crías! Deja libre a esa maldita y pasado mañana tenemos un campus de cucarachas niponas tomando nuestra casa con la excusa de aprender español. Que noooo, ¡que las cucarachas se maaaataaan! Lo mejor de todo es que yo no me atrevo a hacerlo, al menos no puedo aplicar la muerte por aplastamiento. Si el arma homicida es un bote de matabichos, tira que te va, pero la técnica de la zapatilla me da un assssco que no puedo. Y os doy un consejo, si no tenéis matabichos profesional: zapatilla, zapato, sandalia… en resumen, objeto contundente, pero no probéis con otra cosa. No sé qué diablos llevan los productos matacucarachas, deben tener algo radiactivo, pero no sirve otro mejunje. Os lo digo con conocimiento de causa porque una noche, hace muchos años, apareció en mi casa una impresentable de esas pero no teníamos cucarachicida y mi hermano y yo, en nuestra inconsciencia adolescente, probamos con todo lo que había por casa: Matamoscas, lejía, salfumant...¡y la desgraciá no se moría! Salía humo (a saber la reacción química que hicimos con tanto producto, que lo que no sé es cómo no morimos nosotros) y dejamos un rodal blanco en el suelo de la cocina, pero al final no tuvimos más remedio que recurrir a la zapatilla.

    Tenemos al hombre araña y al hombre murciélago, Spiderman y Batman, unos pedazo de súper héroes con millones de seguidores en todo el mundo; tenemos un coche chulísimo que bautizaron como "Beetle" (escarabajo), todo un icono de la marca Volkswagen; también está el cuento de "La pequeña oruga glotona", popular entre los más pequeños; en lo musical contamos con "El vuelo del moscardón", parte de la ópera "El cuento del zar Saltán"... Y podría seguir nombrando ejemplos de criaturas que muchos odian de las que otros han sabido sacar lo positivo y transformarlo en arte, pero no ha habido nadie que haya hecho algo bonito con una cucaracha, ¿verdad? Por algo será, ahí lo dejo. 

    Lo dicho: las cucarachas se matan. Siempre. No hay excepción que valga. Mi miedo es que acaben mutando como en la peli de Men In Black y vengan todas a por mí por el boicot. Voy a ir moviendo hilos para conseguir el número de Will Smith, por si acaso...

    P.D: Al comentario de que he olvidado que tenemos el temazo de "La cucaracha" sólo me sale pensar que ojalá a todas las cucarachas del mundo les faltaran las patitas de atrás y no pudieran caminar...