viernes, 10 de agosto de 2018

ENCUENTRA LAS 7 DIFERENCIAS


Sí, es cierto que hay cientos, ¡miles! de diferencias entre nuestra cultura y la japonesa, pero hay algunas que, al estar ahora de vacaciones en mi querida España se me han remarcado más. Unas cosas son obviamente mejores aquí, otras allí y otras dependen de gustos, así que aquí os las dejo y valorais vosotros mismos:
1. La pila: Sí, la de fregar los platos. Ya sabéis que en Japón son expertos en hacer las cosas a lo grande y con esto no iban a ser menos: son de un solo seno pero ocupan lo que dos de las españolas, comodísimo para limpiar cacharrotes de cocina sin hacer malabares. Es cierto que en mi casa de Valencia la tenemos a lo nipón (y a mucha gente le sorprende), así que la gran diferencia para mí no es eso, sino el desagüe. En España, para evitar -casi siempre sin éxito, todo sea dicho- atascos y malos olores, algunas personas ponen una especie de colador directamente en la rejilla, que luego es un poco peñazo de limpiar. En mi nuevo hogar, el desagüe es del tamaño de un plato de café y en lugar de metal es de plástico blando. Aluciné cuando, nada más llegar, después de abrir un huevo, va mi marido ¡y tira la cáscara entera en el fregadero! Claro, me llevé las manos a la cabeza y le dije que menuda cochinada... por un segundo dudé de si quizá teníamos triturador, como en las pelis americanas, pero cuando ya estaba preparada para argumentar que se iba a embozar, me enseñó que al retirar el plástico, hay una especie de cubo del tamaño de un bote de melocotón en almíbar recubierto con una bolsita que hace las veces de filtro, que se retira y se desecha con todos los restos que han quedado en ella. Invento útil y sencillo que ojalá exporten a nuestro país. 


2. Aparcamiento: Por increíble que parezca, en Japón no se puede aparcar en la calle, de hecho para comprarte un coche hace falta un certificado de que tienes aparcamiento en casa y de que es suficientemente grande para el vehículo que vas a adquirir. Por ende, allá donde vayas hay parking. Demostrando la eficacia japonesa de la que tanto hemos hablado ya, algunos de ellos están en rampa, es decir, a medida que vas subiendo, puedes aparcar. Cuando ha venido alguien a vernos a casa, dejan el coche aparcado en la calzada sin que moleste mucho, pero donde yo vivo es una calle prácticamente peatonal, no sé qué harán en otros lugares (o si hacen una fiesta y en lugar de un coche, vienen 5...). 
3. El solecico: En la costa levantina falta que Lorenzo asome un rayo para que las terrazas se llenen, la playa sea el planazo del fin de semana y un alto porcentaje de jóvenes y mayores se esfuercen por broncear su piel. Allá en el Oriente pasa al revés, reaccionan al sol como si fueran el mismísimo conde Drácula: sombrillas, pamelas y hasta una especie de protector como los que se ponen para soldar pero de plástico tintado. 




4. Picoteo: A mí que me encanta comer de tapas y los aperitivos, lo he echado un montón de menos porque allí no hay costumbre. Los postres tampoco son muy típicos y la mayoría de fruta está precio de marisco (seis mandarinas, 3 euros; una sandía, 20 pavazos etc.). Así que nada, aquí ando entre bravas, berberechos, banderillas, helados y melón, intentando recuperar el tiempo perdido. 

5. Años: Concretamente la forma de contarlos. No tenía ni idea de que era diferente a la nuestra hasta que me quedé a cuadritos de colores cuando, en una visita al pediatra, me preguntaron la fecha de nacimiento japonesa de mi hija menor. Aunque también entienden y usan el calendario gregoriano, en todos los documentos oficiales usan la suya, que se rige por el periodo que lleva en el trono el emperador actual. Él es quien elige el nombre de la Era que corresponde a su reinado.  Por si os pica la curiosidad, actualmente estamos en el año 30º de la Era Heisei. Heisei simboliza el deseo de conseguir la paz dentro y fuera de Japón, en el cielo y en la tierra. Esta Era acabará el año que viene porque Akihito, el actual emperador, abdicará y asumirá el trono Naruhito, su hijo. Si nada cambia, viviré un hecho histórico de cambio de Era, olé y olé. En ascuas estoy para ver qué nombre eligen.

6. Puntualidad: El "Estoy de camino", sin haber salido de casa o citar a la gente media hora antes porque se da por hecho que van a retrasarse, son sólo algunos de los ejemplos made in Spain que delatan nuestra tendencia a la impuntualidad. Allá en la tierra del orden y la pulcritud existe el Gofun mae Kōdō, que es la costumbre de llegar 5 minutos antes a los sitios. Conocí este hábito niponés tras pasar la vergüenza de que, de muy buenas formas, me llamaran la atención por llegar "tarde" a recoger a las niñas de la guardería: Salían a y media y yo llegué a y 31... ¡Ouch! 

7. La forma de indicar "yo": Es una tontería supina, pero me hace mucha gracia: Aquí, o bien levantamos la mano o bien señalamos el centro de nuestro pecho. Pues, aunque parezca de chiste, el gesto que acompaña a los japoneses cuando dicen "yo", es tocarse la punta de la nariz con el dedo índice. Nunca te acostarás sin saber algo más.